La Revista Blanca, 20 de septiembre de 1935

 

GERARDO DE LACAZE-DUTHIERS Y LA ESTETIZACIÓN DE LA VIDA

 

Quisiéramos dar a conocer los fundamentos de la doctrina de la artistocracia, de la cual es fundador el gran desconocido en España Gerardo de Lacaze-Duthiers.

Toda la doctrina artistocrática pude condensarse en estas pocas palabras: realizar de la vida una obra de arte original y bella. Esta doctrina netamente individualista procede a la elevación de las masas haciendo grandes individualidades, por cuanto cabe decir que es una doctrina social, que tiene a la captación de la humanidad.

Enteramente de acuerdo con los postulados preconizados por la artistocracia o bioestética – al extender la estética a la vida del hombre, ensanchando los hasta ahora limitados horizontes de la ciencia filosófica y fundamental del arte – por la humanidad, justicia y belleza que contienen, excepto en e problema de la violencia.

Dice Lacaze-Duthiers que oponer a la violencia burguesa la violencia proletaria, es un error, pero que contestar con la pasividad, es otro. Que debe oponerse la violencia del escrito, del lenguaje, para hacer una verdadera revolución.

Casi podríamos estar de acuerdo con esto si, como toda doctrina social, no estuviera ligada íntimamente al problema económico. La conquista económica hay que arrebatársela violentamente a la burguesía, pues ésta no tiene la suficiente comprensión y humanidad de que saldrían beneficiados ellos también al dejar paso libre a los anhelos proletarios.

No cabe duda que la sociedad tendrá la misma moralidad y mentalidad al día siguiente del hecho violento, mas no es cierto que se habrá dado un gran paso hacia esa gran revolución– como lo reconoce él mismo, cuando dice que llama a la conquista económica con todas sus fuerzas – donde libres los hombres de la pesadilla económica, base de todas las claudicaciones actuales, llegará a la realización de esa vida que es una obra de arte. El hombre será un pintor, no en el sentido técnico, pues se puede ser un buen artista pintor o escultor y ser un perfecto cerdo, sino ampliado a la vida, esto es, un artista en la modelación de su vida, un artistócrata, un bioestético.

Esta doctrina nos es muy simpática, no sólo por su contenido, sino por lo acertado que ha estado nuestros filósofo al formularla y denominarla artistocracia. Es un vocablo altamente significativo y gráfico.

Estimamos que cuando los primeros hombres se sintieron artistas, colocaron la piedra angular de la Historia y le dieron a la vida un ligero esbozo de la finalidad de la misma: el ser artistas, o mejor, artistócratas. Vamos, pues, hacia la estetización de la vida.

La mediocracia reinante se opondrá con todas sus fuerzas, inútilmente. Todo hombre lleva en sí un artistócrata que resurgirá fatalmente en bien de la humanidad.

La base de todo artistócrata es poner en armonía, en consonancia, su forma de pensar con los actos y hechos de su vida. Dice: Nuestros libros, nuestras palabras, son actos. Hemos llegado a la triste situación de hoy por pensar de una forma y obrar de otra.

¿Y la moral dentro de la artistocracia? Es absorbida por la estética. Desaparece de la conciencia del artistócrata. Un gesto es bello: es moral. Es feo: inmoral. Es el concepto más revolucionario de su doctrina. ¿Qué haremos de todos los tratados de moral, de esa moral que no concuerda nadie y ha hecho andar a los filósofos de cabeza?

La artistocracia exige la reforma del yo por el yo, no por la elevación de la sociedad, según escribía Lacaze-Duthiers a Manuel Devaldés en una carta escrita el año 32.

Hoy un artistócrata es una gran excepción. Todo se confabula para no serlo. Sin embargo, los ha habido. Artistócrata Beethoven, gran músico, gran rebelde, que no se rebajó ante los poderes políticos y sociales. Su lema, inscrito sobre una hoja de álbum, lo refleja: «Hacer todo el bien que se pueda, amar la libertad por encima de todo y, aun cuando fuera por un trono, jamás traicionar a la verdad».

Artistócrata Zola, no sólo por la naturaleza de su obra, sino por el inolvidable ¡Yo acuso! Artistócrata Daumier, revolucionario hasta la médula, que murió miserablemente, por su desprecio al dinero consagrando su genio en defensa de las víctimas del orden burgués. Artistócrata Nicolás Gogol, que arrojó a las llamas la segunda parte de su Ames mortes, pro no satisfacerle. Artistócrata Ivan Goncharoff, amante de la perfección. Artistócratas Maupassant, Flaubert, Corot y otros más.

Artistócrata no quiere decir que indefectiblemente ha de ser pintor, músico, literato, etc., sino que sea en su vida un artista. Esta obra de arte de la vida tiene más valor que cualquier obra maestra de literatura o  una de las ramas de las bellas artes.

Día llegará en que la conciencia de los hombres será estética, realizándose entonces plenamente esta frase: el arte es la síntesis de la vida.

 

M. CHIAPUSSO

S. Sebastían

 

Publicado en La Revista Blanca, el 20 de septiembre de 1935.

Fuente y propiedad: Hemeroteca Nacional (BNE)

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