Le Gaulois, 7 de marzo de 1893

SAFO-LA PAIX DU MÉNAGE

 

Sesión continua ayer noche en la Comédie-Française, y espectáculo de los más interesantes puesto que reunía los nombres de un poeta como Armand Silvestre y de un escritor como Guy de Maupassant. Tanto es así que todo lo que hay en Paris de literatos, académicos validos y aficionados a los estrenos se había apresurado a acudir a esta doble solemnidad. Los numerosos amigos de Silvestre estaban muy alegres; ¡no ocurría lo mismo con los numerosos amigos de Maupassant!

Se comenzó por el drama en verso, lo que es justo, pues Safo acontece en la antigua Grecia, mientras que la Paix du ménage es esencialmente parisina y aún más moderna. En el Théâtre Français se respeta la cronología.

A decir verdad, el estreno de Safo no era realmente un estreno. En lo que a mi respecta, ya he visto representar la pieza por la Srta. Rousseil, en una representación benéfica, celebrada en el teatro de la Gaîte. Hace algún tiempo de eso, pero los versos de Armand Silvestre son como los buenos vinos: ganan embotellados.

Todo indica que la escena acontece a orillas de la mar, no en una de esas estaciones balnearias animadas por un casino y unos pescadores de gambas, sino en un sitio más bien desolado. A la izquierda rocas, a la derecha rocas, en el fondo rocas. Las hay de todos los tamaños, de todas las formas, de todos los colores. Ciertamente es una de las más bonitas colecciones de rocas que se hayan visto nunca.

En medio de ese árido paisaje fue como la Srta. Dudlay y el Sr. Silvain se entregan a un concurso de lira que ha apasionado intensamente a los aficionados. Cada uno de ellos, a su vez, ejecutando su pequeño fragmento, recitando los versos alados del poeta. Tras la audición nadie ha puesto en duda la superioridad de los instrumentos de cuerda sobre los de viento. Es evidente en efecto, que la rubia dorada Safo y el entrecano Alceo, no hubiesen podido entregarse al mismo ejercicio declamatorio representándolo con la trompeta o el trombón.

El público me ha parecido dedicar el primer premio al Sr. Silvain. La Srta.. Dudlay ha conseguido un accésit, y una mención honorífica ha sido concedida al joven Sr. Dehelly, que representa un papel de pastor, pero ningún instrumento.

 

He dicho que la Paix du ménage era una comedia parisina. ¡Oh!, sí, parisina, muy parisina. Desde luego, los personajes de Maupassant están más bien del otro lado del fin de siglo que de este, pero su perversidad es tan espiritual y literaria que habría que ser bien malo para no quererlos. No olvidemos, además, que Moliere ya había representado antaño la Parisienne, lo que le prohibió todo exceso de mojigatería.

Se sabe que el Sr. Alexandre Dumas ha puesto mucho empeño en hacer representar la obra y supervisar los ensayos. Su tarea era además fácil, pues no hay gran cosa que indicar a unos intérpretes tales como la Srta. Bartet, el Sr. Worms y el Sr. Le Bargy. Cada uno de ellos lleva en sí las cualidades indispensables de su papel. La Srta. Bartet tiene todo el encanto, toda la gracia, toda la elegancia, toda la distinción que conviene a la mujer mundana. El Sr. Worms posee toda la pose, la frialdad e ironía, que conviene al marido. El Sr. Barghy recibió de la naturaleza toda la elegancia, toda la desenvoltura, toda la seducción y todas las corbatas que convienen...al otro.

Ese trío, tan bellamente cínico, dialoga adorablemente en el más coqueto de los salones. Nada más femenino que el amueblamiento suave y refinado, como los pequeños biombos que conforman alrededor de cada esquina un semicírculo de misterio. Se siente que se está en casa de personas muy mundanas y muy ricas; tan ricas, que en el primer acto, el dueño de la casa puede sacar un cheque de su bolsillo, sin temer que se le pregunte su procedencia.

No tengo necesidad de decirles que al final del segundo y último acto, el nombre del autor ha sido saludado con aplausos unánimes, hechos de reconocimiento y de pena. En cuanto a los artistas, se les ha llamado tres veces. Desde luego, se quería primer rendir homenaje a su gran talento, pero al mismo tiempo, se estaba retardando lo más posible el enojoso momento en el que ya no se podría volver a admirar más a la Srta. Bartet, ¡tan bonita, tan fina, tan adorable!

 

Para acabar la velada, se nos ha representado l’Autographe, una de las numerosas joyas que Meilhac ha firmado, y donde la Srta. Nancy Martel se ha hecho apreciar en su justa medida, junto a los Sres. Baillet, Berr y Leloir.

Pero ¡qué exquisita doncella como la Srta. Ludwig, y qué bien lleva en su cabeza ese encantador gorrito champagnois! Se dice que es el champán que embriaga; yo, diría más bien que son las champagnoises.

 

FRIMONN

 

 

Publicado en Le Gaulois, el 7 de marzo de 1893

Ilustración: La Comédie Française.- La Paix du Ménage, comedia en 3 actos del Sr. Guy de Maupassant. Última escena del segunda acto: El Sr. de Salus (Worms) leyendo una carta con una cita. Dibujo del Sr. Clair-Guyot. (Publicada en Le Monde Artiste, el 19 de marzo de 1893 en portada.)

Traducción de José M. Ramos González

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